El gato me miraba sorprendido, no esperaba encontrarme allí
sobre la cama, repanchingado, como si no hubiera otra cosa en el mundo más
importante que jugar con las bolas de la colcha de patchword, regalo de tía
Marta.
Me moví con suavidad hacia la derecha y él por su parte
movió candenciosamente el rabo, como diciendo "no pasa nada, yo estoy muy
tranquilo", pero sus ojillos verdes y maliciosos decían lo contrario,
"estoy alerta, muchacho".
De repente la puerta se Abrió con un golpetazo y entraron
los niños persiguiéndose, el pequeño tropezó con la silla donde estaba el gato,
que saltó de ella bufando asustado para aterrizar en la cama, pero yo ya había
saltado al suelo y corría apresurado a mi
guarida
Desde allí, oculto y a salvo, pude ver como los bigotes del
gato proyectaban sombras en mi pequeña entrada. En su maullido escuché un
aviso, "la próxima no será tan fácil, pequeño"
Me frote las patitas mientras pensaba porqué nuevo agujero
podría darle esquinazo.