martes, 2 de noviembre de 2010

Fuego

Era su primera vez y la impaciencia pesaba en ella más que el miedo. El viento levantó su falda y le susurró al oido palabras tranquilizadoras. Un gran suspiro surgió de su garganta y se dejó mecer por él.


Recordó todos las conversaciones con las chicas del pueblo, siempre dichas en voz baja, con risitas nerviosas y ojos asustados, pero con deseo dibujados en ellos.

Sus mejores amigas ya lo habían hecho, ella era la única que aún no lo había experimentado. No había conseguido que ninguna le contara su experiencia. Sólo sonreían con suficiencia y le decían, “Ya verás cuando lo hagas”.

Dio un respingo cuando notó una mano que tomaba la suya. La mujer sonrió y le acercó al fuego.

“Salta sobre la hoguera y toma tu escoba. Tus compañeras te esperan"

1 comentario:

  1. AL BORDE DEL CAMINO

    Al borde del camino
    es más fácil quedarse
    esperando
    que se abran las horas
    sin más.

    Es más fácil
    aparecer cansado
    en los ojos de cada sombra.
    Negarte el pan.
    Recorrerte, como en sueño,
    el mar inmenso
    de tus angustias en la mano.
    No alzar el iris
    como un caballo de batalla.
    No romper la imagen
    de tu reflejo
    en la orilla
    de las verdades y juicios.
    Olvidarte de quien te espera.
    Acomodarte en el lujo
    de una piedra plana
    o sobre unas hierbas.

    Que no existe
    un motivo suficiente
    con que añorar,
    motivar el pudor en tu cara.

    Es más fácil
    abonar la idea,
    la creencia,
    como una planta,
    una flor,
    en su maceta,
    en el balcón,
    en la ventana.

    Es más fácil
    porque piensas
    que no hay quien simule
    aparentar otras formas,
    otros colores
    o suicidios.

    No vas a ser tú quien
    invente el fuego
    frotando dos palitos.
    No hay compromiso:
    Hay hambre
    al borde del camino.
    M.A.N.H. (28/11/1985)

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