sábado, 19 de junio de 2010

Inteligencia

No debo tener mucha, no me gusta el humor de José Mota

viernes, 11 de junio de 2010

Mi número era el 252.525. A lo largo de la pared, se iluminaban números, justo encima de las filas de ciudadanos que esperábamos nuestro turno. Los números encima de la mía marcaban 252.524.
Estaba impaciente por que llegara mi turno. No tenía ningún motivo en particular para querer abandonar la Tierra, simplemente, las ganas de descubrir nuevos espacios y ampliar mis amistades, más allá de la caótica ciudad de Shangai.
Cuando la pareja que me precedía parecía a punto de acabar, y me disponía a saltar de mi duro asiento, noté algo que presionaba contra mis costillas. De reojo vi a dos policías, uno a cada lado.
Apreté con fuerza mi boleto, y decidí que no pasaría el resto de mi existencia en un penal. Tiré de la anilla y abandoné por fin la Tierra.

Reencontrando

Hoy he recibido una llamada de una antigua amiga, a la que no veo hace muchos años. Hace unos días, por algún motivo que no viene al caso, hablé con ella y le dejé caer que podíamos quedar para vernos algún día. Parece que me ha hecho caso, porque se ha puesto en contacto con otras dos amigas, y ha organizado un rendez-vous para la semana próxima.
Así que seguramente, el martes nos reuniremos. Una de ellas, era una de mis más íntimas hasta hace unos tres años, que, tomo la decisión de cortar la relación con nosotros. Supongo que se le ha pasado algo el mosqueo que tenía, ya que también quiere quedar.
La zona de reunión es la misma en la que solíamos quedar hacer....¡uf! Bueno, cuando todas eramos libres e incautas. Me ha hecho gracia que eligiera ese sitio -Cómo en los viejos tiempos-le he dicho.
Lo cierto es que me hace ilusión reencontrarme con ellas. Eso sí, habrá que maquearse para tener buen aspecto.

miércoles, 2 de junio de 2010

No hijo, no

Todavía colea en mí, la discusión de ayer noche. Me acosté con las palabras rondando mi almohada, y he despertado de la misma forma. ¿Porqué?
Creo que es porque aunque te dije muchas cosas, ninguna de ellas habrá entrado en tí. Porque para ti, cualquier crítica hacia tu persona es un ataque. No puedes entender que alguien no te rinda pleitesía, que no piense que eres el gran tipo que crees ser.
Te hace falta un poquito de humildad, y darte cuenta de que no estás en posesión de la verdad.
Dices que no te casas con nadie, ni siquiera con tu mujer. ¡Deberían incluirla en el santoral, por llevar treinta años aguantándote!
Dices que no eres radical, ni fanático, y tus palabras y tu tono te contradicen.
Reniegas de ciertas personas que, según tu, no paran de hablar y no escuchan a los demás. Te retratas a ti mismo y no te das cuenta de ello.
Me agotas, chico.