miércoles, 2 de junio de 2010

No hijo, no

Todavía colea en mí, la discusión de ayer noche. Me acosté con las palabras rondando mi almohada, y he despertado de la misma forma. ¿Porqué?
Creo que es porque aunque te dije muchas cosas, ninguna de ellas habrá entrado en tí. Porque para ti, cualquier crítica hacia tu persona es un ataque. No puedes entender que alguien no te rinda pleitesía, que no piense que eres el gran tipo que crees ser.
Te hace falta un poquito de humildad, y darte cuenta de que no estás en posesión de la verdad.
Dices que no te casas con nadie, ni siquiera con tu mujer. ¡Deberían incluirla en el santoral, por llevar treinta años aguantándote!
Dices que no eres radical, ni fanático, y tus palabras y tu tono te contradicen.
Reniegas de ciertas personas que, según tu, no paran de hablar y no escuchan a los demás. Te retratas a ti mismo y no te das cuenta de ello.
Me agotas, chico. 

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